Cuando comprè esta casa, ya sabía que la iba a disfrutar plenamente.
Esta es también mi oficina, el lugar en donde cultivo mis pasatiempos y mis peores costumbres.
Aquí más que en otros lugares, la calidad del aire que respiro es fundamental.
Diseñador por trabajo, Pintor por pasión, pongo en mis cuadros lo que no puedo poner en mis proyectos. No tengo horarios, me vienen ideas cuando menos lo espero y, ea menudo pinto de noche: sin un cambio de aire adecuado corriendo el riesgo de ir a la cama con el olor de disolventes y comenzar el día en compañía del dolor de cabeza.
Cuando vives y trabajas en tu casa es difícil mantener las dos cosas por separado. Yo lo hago imponiéndome ir a correr todas las noches: es mi forma de declarar el día laboral por terminado y empezarme a relajar. Vuelvo traspirado y regenerado, listo para hacerme una ducha y cocinar para mis amigos. Cuando los acojo en casa ya volvió fresca.
Cuando me concentro en el trabajo, demasiado si me acuerdo que tengo que comer, y mucho menos me puedo recordar de abrir las ventanas. Ya que no puedo dejar de respirar, es tranquilizador saber que alguien controla el aire en mi lugar y se asegura de que siempre esté nuevo.